lunes, 1 de noviembre de 2010

Elia Liut y Huigra Tras las huellas de una historia



Viajábamos de Riobamba con dirección a Alausí 4 horas en la cubierta de un tren a diesel junto con 90 turistas procedentes de todo el mundo. Ese miércoles 14 de septiembre de 2005 resulta inolvidable por muchas razones y quizá el comienzo de una serie de visitas por objetivos que expresaremos después. Once dólares es el precio del pasaje en el tren desde Riobamba a la Nariz del Diablo y de retorno a Alausí. Valió la pena. Son las 06h12. En la cubierta del tren listo para partir de Riobamba a la Nariz del Diablo, las chicas en un ambiente frío y de llovizna se aprestan a vivir una experiencia inolvidable. Aída, Patricia, Alexandra, Marcela, Karla y Catalina, estudiantes del colegio Ciudad de Cuenca conocerán ese día y el siguiente lo que no es usual para un estudiante, en vivo los escenarios de momentos históricos plagados de fatalidad, alegría y esperanza al mismo tiempo, de ejemplo de grandeza y pujanza para la vida nacional.

Extranjeros disfrutan

La “Nariz del Diablo” se encuentra a 2346 m.s.n.m., a 11 km de Alausí, en zic zag se asciende desde la estación de Sibambe hasta una altura de 200 m. en un tramo construido en 1901. Mientras tanto alrededor de 90 extranjeros miran las cosas de otro modo, a su manera. Maricarmen Mier, española, nos habla de los ecuatorianos que viven en su patria y alaba al Ecuador, “por eso en este verano hemos decidido conocerlo”, afirma. “Aquí los paisajes son impresionantes, únicos y por eso estamos aquí arriba. Al comienzo me dio un poco de miedo pero luego pasó, porque me dijeron que no había de qué preocuparse, que el tren iba despacito y así me animé”. Su esposo, Guillermo Fraile dijo en cambio: “espero que esto sea espectacular, este viaje por la “Nariz del Diablo” es una de las cosas que quería hacer. Hemos estado en el Oriente, iremos a Cuenca y luego retornaremos a España”. Veronik, una chica austriaca, expresa que viven en Quito desde hace unos 5 meses y trabaja como voluntaria en una fundación y se muestra feliz por la experiencia; y así, un joven australiano muy tatuado, un irlandés que le agrada que le hable de los coterráneos suyos, como Daniel Florencio O’Leary, Talbot y otros que combatieron junto a los patriotas en las guerras de la independencia, quiere saber de estas historias en el futuro. Alemanes, norteamericanos, venezolanos, brasileños, ingleses, irlandeses, etc. Todos disfrutan de estos especiales momentos.

Elia Liut en Huigra

Alrededor de mil hectáreas hacia la margen izquierda del río Chanchán, junto al poblado de Huigra fue a comienzos del siglo XX propiedad de la familia Vázquez Malo, de Cuenca; posteriormente una parte de esa hacienda pasó a poder de la familia Espinoza, de la misma ciudad, y luego de la gloriosa llegada del Capitán italiano Elia Liut a la capital azuaya un 4 de noviembre de 1920, después de los prolongados homenajes a su persona, según se ve, el piloto tomó en arriendo lo que hoy en parte es la Hostería “Eterna Primavera” de ese punto perteneciente al cantón Alausí, provincia de Chimborazo. Anteriormente la familia Vázquez Malo cultivaba exitosamente fréjol, arbeja y otros productos y mantenía en las partes de Namza Grande y Namza Chico, especialmente ganado vacuno. Todo el sitio se conocía con el nombre de “La Ninfa”. Con la presencia de Elia Liut, nacido y venido del norte de Italia en 1895, se construye a su propio estilo italiano la edificación principal que hasta hoy se conserva, incluso permanece el piso de la recepción de la hostería y otros recuerdos como una planta de níspero que aún se resiste al tiempo, sembrada por el célebre piloto. Liut dedicó de su tiempo cerca de cuatro años a la siembra de tomate de riñón, cultivando una especie mejorada que la trajo de su patria. Los resultados de su trabajo agrícola, según dicen algunos, fueron de mucho éxito; paradójicamente, en años posteriores, el lugar de mejor producción tomatera fue Pallatanga. Elia Liut después se radicó en Quito y su hermano José Liut que también había arribado de Italia prosiguió hasta años más tarde. Un hijo suyo llevaba el nombre de Elia Liut, de él guardan recuerdos y al parecer falleció recientemente. Luego la propiedad pasó a poder de la Compañía Monolítica, después fue de la familia Chiriboga y por último en la actualidad del doctor Raúl Chávez de la ciudad de Guayaquil, quien es dueño de la hostería que incluye un nuevo proyecto habitacional para vacaciones.

Elia Liut llega a Cuenca

La historia indica que personajes cuencanos como el doctor Luis Cordero Dávila y don Roberto Crespo Ordóñez, mediante plática en Guayaquil con José Abel Castillo y el aviador Liut, acordaron por contrato la realización de una serie de vuelos locales y acrobáticos sobre el cielo de Cuenca, motivo por el cual el piloto debía trasladarse a dicha ciudad por tierra desde Huigra, ya que hasta ese sitio tanto el aparato como el aviador se transportarían en tren. Desde Huigra el Telégrafo I sería transportado por guanderos, mientras Liut y quienes lo acompañaran irían a lomo de mula. El viaje aéreo debía realizarse el 3 de noviembre pero ese día a pesar de que lo esperaba una muchedumbre no fue posible por mal tiempo en la cordillera; fue una increíble sorpresa. Aseguran que se extravió al tomar rumbo por Cañar y hasta hubo muertos entre los espectadores: un indígena que araba y una mujer en el mercado de San Francisco que cayó fulminada al contemplar algo no imaginado. El aterrizaje fue a las 11h30 ante el júbilo y alborozo de unas 20 mil personas que le esperaban en el campo de Jericó. Este episodio de la historia de Cuenca merece una posterior especial referencia. Luego realizaría vuelos a Riobamba y Quito. Elia Liut héroe de la Primera Guerra Mundial, a bordo del biplano Telégrafo I arribó a Cuenca el 4 de noviembre de 1920 en el Centenario de la Independencia de Cuenca, por primera vez realizando el cruce de los Andes desde Guayaquil. El avión era de propiedad de José Abel Castillo, entonces director de Diario “El Telégrafo”. Elia Liut contrajo matrimonio con doña Mercedes Angulo pero no dejaron descendencia. Falleció en Quito el 12 de mayo de 1952 a la edad de 58 años. La capital azuaya lo amó mucho y el Cabildo lo declaró “Hijo Adoptivo de Cuenca, Hijo de su predilección”.

Una historia singular

Creemos oportuno insertar en este momento la narración de un personaje fallecido hace poco, el Dr. Alberto Cordero Tamariz, con quien tuvimos el gran honor de conversar alguna vez sobre este y otros temas. En “El Libro de Cuenca”, del recordado Marcelo Vázquez Moreno, el Dr. Alberto expresa: “Llegó, según pude presenciar con mis escasos ocho años casi golpeando las copas de los eucaliptos que circundaban el lugar, y al posarse en tierra dio algunos saltos para luego correr veloz y detenerse, descendiendo ese hombre al que creíamos un semi-dios en la plenitud de su juventud, con su cuerpo alto, arrogante, vestido con un gorro que le cubría no solo la cabeza, sino gran parte lateral de la cara, enormes anteojos, botas altas y un abrigo de pieles que aumentando el volumen de su cuerpo, le descendía hasta las rodillas. Una sonrisa le brillaba en los labios como señal de triunfo. Su recuerdo imborrable perdura en mi mente hasta hoy, en que la vida me ha puesto arrugas de atardecer, pues, hay memorias infantiles que marcan la existencia”. “Al verme palpitan de de alegría, en deferencia imborrable, Liut me tomó en sus brazos y me colocó en el sillón del avión por unos minutos, colmando toda mi ilusión”. (“Una hazaña increíble”, Alberto Cordero Tamariz, El Libro de Cuenca, t.1.Segunda Edición.1990).

Elia Liut, insigne piloto italiano, nacido en Fiume, al norte de Italia, fue héroe de la Primera Guerra Mundial; a los 21 años participó en batallas aéreas en defensa de su patria, siendo condecorado por el rey Víctor Manuel III con la Cruz de Guerra. Elia Liut fue pionero de la aviación ecuatoriana. Un pequeño busto en su homenaje está en la confluencia de las avenidas Loja y De las Américas, en Cuenca, es obra de escultor César Quizhpe y fue inaugurado el 29 de octubre de 1991, por iniciativa del historiador Antonio Lloret Bastidas y el General Miguel Iturralde Jaramillo, cuando Comandante de la I División de Ejército “Tarqui”. Actualmente la memoria colectiva de Cuenca y el Azuay le conserva con una sencilla muestra muy grata y nostálgica para su persona y guarda su recuerdo y homenaje en el sur de la ciudad, cerca de donde justamente se cree que fue el aterrizaje en 1920. El Museo “Remigio Crespo Toral”, situado entre las calles Larga y Borrero exhibe su traje de aviador, una brújula, la hélice del avión Telégrafo I y objetos de uso personal donados por la viuda poco después de la muerte del personaje: todas las medallas, condecoraciones de Italia y Ecuador y los trofeos. Cuenca lo llamó “El Cóndor de los Andes”.

Una hostería que guarda recuerdos

El Dr. Raúl Chávez, actual propietario de la Hostería “Eterna Primavera”, dice: “Esta casa tiene mucha historia, perteneció a la familia del italiano Elia Liut, que fue el primer piloto que atravesó los Andes en el avión Telégrafo I. Aquí quedaron sus familiares hasta hace unos 25 años en que pasó la propiedad a manos de otras personas y luego a nosotros. Es una casa que tiene alrededor de cien años; “hemos querido respetar al máximo lo original de la construcción y ahora aprovechamos de personas como ustedes que apoyan a la educación de los jóvenes”.

César Pinos Espinoza.

(De la obra Historias y sucesos, del mismo autor. Ed. Unigraf Cuenca 2007).