Publicado en Diario El Mercurio, de Cuenca, Ecuador. Domingo 9 de enero de 2011.
A partir de la panamericana sur en el km 25 comienza la aventura. Tomamos un ramal por el Templete del Portete con dirección a las antenas, pero nos detenemos dos kilómetros más allá ante la vista occidental impresionante del cerro llamado Pan de Azúcar. Por fin estamos cerca del objetivo de hace años y lo vemos factible de coronarlo.
Desde el Pan de Azúcar se ve todo
El silencio del lugar es impresionante. Las aves con su lenguaje matizan el paisaje de arrayanes, helechos, moras, joyapas y otras especies que son el escenario perfecto para meditar. Más allá veo pastos verdes y vacunos. Atravieso una alambrada y asciendo poco a poco hacia la primera terraza inferior hasta llegar por fin a la cima, un espacio de unos trescientos metros cuadrados cubierto de tupida vegetación. Así, al fin hemos llegado al más impresionante mirador en aproximadamente 45 minutos desde la carretera. De aquí hacia el norte se domina toda la planicie de Tarqui hasta unos 15 kilómetros de distancia, al término de la cual se divisa al Francés Urco, recuerdo de la Misión Geodésica Francesa, cuyas hazañas narra bellamente la escritora de origen francés, Florence Trystram, en su “Diálogo con las estrellas”, autora --que entre paréntesis--, jamás estuvo en estas tierras.
Guagua gallinazos de cabeza colorada
Hacia el sur, la visibilidad es casi total. Vemos muy cerca El Verde, La Cofradía, el estrecho valle de Girón, luego las partes altas de Yunguilla, y bien al sur, las alturas de Manú, Yulo y Guanazán, en territorio de las provincias de El Oro y Loja. Yo no sé si es el famoso cerro de Paltacalo el que veo, pero es importante por la teoría de Paul Rivet y el hombre más antiguo de América; también porque por allí reside una hermosa chica italiana llamada Dorotea. Bien, y aterrizamos. Hacia mi derecha con dirección sur está el Filo de Sombrereras, abajo el Filo de Celata y lejos las alturas de El Chorro. Está pendiente la exploración de esos parajes. Al otro lado, las elevadas lomas de Manzano, Tamborloma y Rodeo. Nada más espectacular. Panorama inigualable. “Del Pan de Azúcar, un pariente mío llamado Samuel, sacaba cobre y azufre, y antes allí habían guagua gallinazos de cabeza colorada”, me contaba días atrás mi amigo don Miguel, de 84 años a cuestas. Esto me ha dejado intrigado.
La posición militar más formidable
Históricamente hablando, el Parte de Guerra, Boletín No. 3, del Jefe de Estado Mayor General, León de Febres Cordero, del 27 de febrero de 1829, desde Cuchipirca (San Vicente), luego del triunfo del Portete, decía: “En el sur de Colombia (la Gran Colombia), y tal vez en la América, no se halla una posición militar más formidable que el Portete de Tarqui. Por la derecha e izquierda, cerros de una elevación proporcionada y coronados de chaparrales y en algunas partes un bosque algo espeso…” Pero si esta descripción de el Portete, que a no dudarlo es de El Pan de Azúcar --la parte más elevada--, es de hace 182 años, mucho tiempo atrás, antes de la llegada de los incas y durante el dominio cañari, el punto en referencia debió constituir con toda seguridad, algo excepcional, no hay duda de que fue un adoratorio sagrado, que hoy está abandonado y no recibe el cuidado y la investigación científica debida por parte de las entidades culturales de la región y el país, tal como anota el arqueólogo Jaime Idrovo.
Se viene una obra interesante
Cuento a partir del Km 24 –inicio del Portete-- hacia el sur, alrededor de veinte grandes cruces, señal evidente, no de una simple creencia religiosa, sino de que por allí se produjo alguna vez un terrible acontecimiento. Así lo confirma el P. Julio María Matovelle, en su testimonio “Paseo de Vacaciones”, de sus “Obras completas”, cuando estuvo de paseo en el lugar, 43 años después de la batalla del Portete.
Esta es la séptima vez que visito las partes altas y bajas del Portete. La intención es conversar con los campesinos viejos y jóvenes, tomar fotografías, reflexionar y relacionar documentos que nos puedan conducir con el mayor acierto posible hacia la meta de nuestro próximo libro “La Batalla del Portete, Argumentos y Memorias”.
¿Es que estamos muy ocupados?
Prosigo hacia el sur y encuentro otro monumento natural, el cerro de Masta, en la parte más alta del filo del mismo nombre. Seguramente las personas que pasan a cada momento en sus coches por la carretera, lo miran y nada más. No se fijan en los detalles que podrían esconder esos lugares: tradiciones, leyendas, historias, espectáculo de la naturaleza. Será que el temor a fallar en la conducción de un vehículo y por la rapidez de hacerlo, priva a los conductores de pensar en las cosas verdaderamente importantes y maravillosas que brinda la observación detenida y silenciosa; otra cosa es estar ubicados en un punto de altura, callados por completo, escuchando los sonidos del silencio, observando y leyendo el libro sagrado de la naturaleza y del paso del tiempo. A veces nos cuesta imaginar y hacer retrospectiva, para dar rienda suelta a esa imaginación, maravilloso don que a veces está guardado y sin uso. ¿Es que estamos muy ocupados?
Historias de gemidos, trompetas y gritos
Por allí cerca están, Zapata, un pueblo con el nombre del famoso guerrillero mexicano asesinado en una emboscada en 1919, y su gente, más mujeres que hombres, porque los varones se fueron lejos de la patria a trabajar, abandonando lo más preciado, sus niños; Pucucari, famoso por la Fiesta de Toros; La Cofradía, con un nombre que dice mucho; El Verde, con su escuelita “Mariscal Sucre” y las historias de gemidos, trompetas y gritos en la noche, de pailas de bronce encontradas y restos de fusiles, bayonetas, espuelas, herraduras, balas, placas y banderas; Santa Marianita y su vistosa capilla; sitios donde no quedan ni huellas de haciendas del pasado, con anécdotas chistosas como la del señor que tomaba café en un jarro por el lado opuesto de la agarradera; las grandes cruces que se veneran y se cuidan cada Semana Santa, no se sabe desde cuándo; Cuchipirca y el Puente Camacaro, en donde dicen, fue levantado en vilo el mulato venezolano de Tocuyo, Comandante llanero Camacaro, por la lanza fuerte y experta del Coronel peruano Nieto, más tarde Mariscal en su país y luego muerto con disentería; Pambadel, de recuerdos, según dicen algunos --que pueden ser traumatizantes-- por aquello de la hacienda en donde se firmó el Tratado el día 28; y por fin Girón, pueblo hermoso, de portales con historia larga y modernidad, de alegrías y lágrimas, de pujanza, de todo, porque de todo hay en la viña del Señor.
Motivamos para este tipo de aventuras
Miren…unas horas de éxtasis en lugares tan interesantes, que valen para todo, incluso para revivir épocas pasadas, o para saborear un bocado, al tiempo que se conversa de tantas cosas y se recuerda lo frágil y efímero del ser humano, teniendo al frente enormes promontorios graníticos milenarios y verdor inmenso, diferente de las urbes llenas de vehículos, bulla, contaminación, paros, protestas y preocupación, siempre a las espera de que llegue el momento de decir, “gracias a Dios ya es viernes”.
¿Por qué no promocionar este tipo de aventuras, en orden, con respeto, con objetivos elevados y claros? En el Azuay y la región existen múltiples lugares igual de excitantes y hermosos: El Shalo y el Mirador en Pucará; Paltacalo en Guanazán; la Piedra Movedora en Huasipamba, etc. Seguiremos acudiendo a esos altares, para estar a la expectativa de los confines naturales y de nuestro propio interior. Para eso sirven estos singulares balcones del Planeta.
César Pinos Espinoza
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