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Una de las ciudades más bellas del Ecuador, ubicada en la parte alta de la provincia de El Oro, celebró sus 191 años de independencia política. De Zaruma, cuyo nombre proviene de raíces idiomáticas ancestrales, zara= maíz y uma=cabeza (cabeza de maíz), referiremos hoy brevemente sus aspectos fundamentales: el turismo, la belleza arquitectónica, la cultura y las tradiciones. Pero haciendo ante todo una ligera referencia sobre el hecho independentista, dice la historia que “la segunda mitad del siglo XVII fue de escasa producción de oro en la Villa, agravando el desaliento de los mineros criollos por la excesiva carga de impuestos fijados por España; hubo un intento de la Corona en reactivar las minas de oro y plata, gestiones que resultaron infructuosas y tardías ante el avance del movimiento emancipador”. No hay duda que pesó bastante la gesta libertaria ya iniciada en ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca, lo que produjo la reacción de los patriotas zarumeños, “que apoyados por intelectuales cuencanos y a pesar de la tenaz oposición del Gobierno de Loja, proclamaron su independencia el 26 de noviembre de 1820”. Dicen los registros que “después de la independencia cayó en estado de postración la industria minera de Zaruma, aunque nunca desapareció, mientras que la producción agrícola que la generosa tierra nunca le negó, constituyó el motivo de arraigo y fijó la residencia de un pueblo que alcanzó vida propia y fue asiento de familias distinguidas por la cultura; la producción agrícola se convertía entonces en la principal fuente de recursos, se potencializó la ganadería y especialmente la industria del azúcar fabricado en ingenios artesanales que comercializaban con Guayaquil”.
Arquitectura, comidas y minería
Con calles caprichosamente trazadas y sujetas a la topografía irregular de la zona, portales de diseños exclusivos y viviendas que conservan la tradición de fachadas, ventanas y balcones de madera y al paso callejones angostos, es sin duda Zaruma única en su género en Ecuador. El turismo es --después del comercio del metal precioso-- el principal rubro del soporte económico de la población. Todos los días llegan forasteros provenientes de diversas latitudes para admirar tantos detalles de esta hermosa urbe orense, sin embargo, hoy la gente ya se cuida de potenciales situaciones de peligro ante la arremetida despiadada de la delincuencia que justamente va tras el oro de las minas. En cuanto a comidas predomina el sabroso plato del “tigrillo” y el aromático café, los dulces de fábricas artesanales y las humitas a cualquier hora del día. En esta ciudad los jóvenes y adultos todavía saludan a los extraños, algo admirable que ya se ha perdido en otros lugares. La gente es buena y no tiene problemas en detenerse a conversar en un portal de las inclinadas calles sobre el pasado de esta tierra, haciendo de guías turísticos innatos con el fin de que los que llegan se lleven la mejor impresión. El Sexmo es una mina didáctica que enseña al forastero los detalles de cómo fue la minería de antaño y cómo se realiza actualmente, pero por supuesto no deja de preocupar los efectos que esta ocupación de jugosos resultados económicos deja a empresarios en cuanto al ambiente y la degradación que paulatinamente, quiérase o no, se produce. El recuerdo de la empresa norteamericana SADCO con la explotación de oro y otros metales entre 1897 y 1950 no se borra de la mente de los habitantes; sólo la tenacidad y sano orgullo de los pobladores a lo largo de las décadas ha podido mantener el equilibrio arquitectónico, las virtudes culturales y el atractivo turístico, que de otro modo se habrían deteriorado.
Los jóvenes exponen temas interesantes
Para muestra de la capacidad e interés por la cultura en las personas encargadas de ese ámbito y con el único afán de promocionar, motivar y generar la investigación, la lectura, la exposición oral y el debate de ideas, el distinguido colegio Salesiano San Juan Bosco organizó un encuentro de Clubes de Comunicación Estudiantil con la presencia de jóvenes delegados de varias instituciones como los colegios Veinte y Seis de Noviembre, Sultana del El Oro, Miguel Sánchez Astudillo, Ocho de Noviembre, Leovigildo Loayza y el anfitrión San Juan Bosco, además con estudiantes invitados del Azuay: Christian Chicaiza (Unidad Yanuncay, de Cuenca), Gabriela Orellana (Nacional Santa Isabel) y Tania Párraga (Comunicación Social de la Universidad de Cuenca). En este evento cultural de las festividades de Zaruma, Jessenia Freire del colegio 8 de Noviembre de Piñas, habló sobre un tema de palpitante interés, las redes sociales; “hay personas que ni duermen por pasar en el internet; el face book es como una droga; dejamos de ser personas, para hablar de tonterías, nos hacemos autistas tecnológicos, desperdiciamos horas importantes…”, agregó que esta forma se ha degradado, porque no existe un contacto real entre las personas y de todas ellas son pocas las realmente amigas. Noelia Espinoza, del mismo plantel, habló sobre la sexualidad, invitó a no confundir el sexo con el amor, “el amor no se lo hace, se lo da”, dijo; se preguntó si en los colegios se da realmente esta orientación; al parecer no se habla sobre este tema a fondo porque no existen especialistas. De acuerdo a una opinión adulta los padres de familia tienen mucho que ver en este asunto pero deben estar preparados para no confundir.
Tolerancia no es decir a todo si
Todos los jóvenes hablaron de temas importantes: Ángel Carrión, del colegio Miguel Sánchez Astudillo se refirió al tema de la seguridad de la población y recomendó dejar a un lado “nuestra ingenuidad e inocencia que facilita la labor de los delincuentes”; Jessenia acotó que por allí la policía se preocupa de pedir dinero a los conductores en lugar de combatir la delincuencia. Otros expositores fueron, Johanna Feijoo, que se refirió a la comunicación entre padres e hijos y cómo responder a sus hijos cuando éstos han cometido un error; aquí la inteligente Jessenia anotó que en los hogares de hoy no se sabe quién manda y hasta existen casos insólitos como éste: “Mamá te traigo un regalo, sabes, vas a ser abuela, estoy embarazada…” y acotó: “un padre aprende a ser padre y un hijo aprende a ser hijo, pero un “te quiero papá”, sirve para toda la semana”; “distancias pequeñas, corazones distantes”, “madres que se desvelan esperando a sus hijos, a qué hora llegará, con quién estará, cómo llegará…” Por su parte, Christian Chicaiza habló sobre la tolerancia: “es parte del buen vivir”; “el buen vivir está en la paz interior de los seres humanos”; “el tolerar no es decir a todo si, no es sumisión ni humillación, tiene un límite…”. Gabriela Orellana, de Santa Isabel, se refirió a la juventud actual, sus libertades, su comunicación y sus consecuencias. Otros panelistas fueron: Guido Salazar, Adriana Román, las gemelas Mariuxi y Maribel Maldonado, Angie González y Rosa Ramírez, Jessica Toro y Cecilia Suárez, y todos los estudiantes, directivos y profesores presentes, mediante comentarios y preguntas. Por su parte Tania Párraga, hizo una explicación de lo que significan los Clubes de Comunicación y su valor para la formación integral de los jóvenes. En suma, una magnífica demostración de la intelectualidad juvenil orense, gracias a la preocupación de John Carrión y la rectora Margarita Jaramillo. Los jóvenes demostraron que la cultura es la virtud principal en la parte alta de la provincia de El Oro y particularmente en Zaruma.
Los arrieros, historias de hace cien años
Entre las tradiciones más importantes de los pueblos de El Oro está el arriero. Es una historia fascinante y llena de anécdotas y sacrificio que hizo época y sirvió para el desarrollo de los pueblos. Hoy se perenniza este recuerdo en dos solemnes monumentos, el uno poco antes de Piñas en un redondel magnífico complementado con la representación de aves propias de la zona y en peligro de extinción, y el otro en la entrada de Zaruma. Durante más de cien años desde la década de los 50 del siglo anterior hacia atrás, los arrieros representaban verdaderas empresas de transporte, cuando no, formas particulares de trasladarse de un lugar a otro. Los arrieros se formaban desde niños, fuertes, sanos y bien dotados, capaces en su juventud de conducir recuas de 20 o 25 mulas robustas y bien criadas para resistir pesadas cargas en recorridos largos y de caminos extremadamente malos y en temporales que causarían desobligo y profundo sufrimiento a gentes de ciudad. Transportaban carga desde la estación del tren de Piedras hasta Portovelo, Piñas y Zaruma o hacia Santa Rosa, Pasaje, Santa Isabel y Girón. Cuentan que eran hombres fuertes, altos y dispuestos a levantar y cargar pesados equipajes, cables de acero y máquinas para la explotación minera; por supuesto eran bien pagados pero a costa de un enorme sacrificio y esfuerzo. Hoy algunas personas que sobrepasan los 90 años de edad todavía recuerdan esos difíciles momentos…y viven, aunque con nostalgia, para contarlo, porque, “hasta estas calles por donde ahora pasan los autos, eran el camino de las acémilas y los arrieros que venían de lejanas tierras trayendo novedades y productos que convocaban a hombres y mujeres para curiosear y comentar ante los forasteros, y a veces recibir cartas de amor venidas desde las lejanas tierras del Azuay. Los morlacos desde San Fernando, Girón, La Asunción, asimismo en recuas llegaban a las posadas de Zaruma con cargas de quesos y otros productos manufacturados que poco a poco, no sólo fueron uniendo a los pueblos sino a los corazones de hombres y mujeres. Zaruma tiene mucho que contar a las futuras generaciones del Ecuador. Como dicen, es un pueblo que se ha hecho “con sangre, sudor y lágrimas…”
César Pinos Espinoza
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com
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