A
partir del terminal terrestre de Guayaquil tomar un bus hacia Santo Domingo de
los Tsáchilas, esta vez, fue nuestro mayor acierto: comodidad, velocidad
adecuada, cero paradas para recoger pasajeros en el camino y precio módico. Si
así fuera siempre, qué bien que marcharía el transporte en el Ecuador. En cinco
horas de transitar por una excelente carretera asfaltada y señalizada ya
estamos en nuestro primer destino, pero enseguida emprendemos con dirección a
La Concordia, cantón nuevo, recién salido de una discordia, pero a pesar de su
larga historia, parece que no arranca como se quisiera. Ya en horas de la noche
se descuelga una pertinaz lluvia que de inmediato desnuda el principal problema,
la ausencia de alcantarillado, que lo inunda todo y se remata con la falta de
agua potable, servicios fundamentales para un buen vivir.
El bosque de La Perla es
un verdadero tesoro
Esa noche nos
recibe en su oficina doña María Cristina Reyes quien nos cuenta sus sueños y
propósitos. Hoy administra un enorme edén llamado El Bosque de la Perla, nos
solicita que difundamos sus bellezas naturales, pero también que ayudemos para
beneficio de la juventud de ese cantón y escribamos sobre su dilatada historia.
Mejor propuesta nunca hemos encontrado, de modo que manos a la obra. Comenzamos
por lo que el Bosque significa. Documentos proporcionados por ella dan cuenta de
que James Whitney, posiblemente a comienzos del siglo XX llega a Santo Domingo de los Colorados --llamado así
entonces-- para posesionarse de terrenos adquiridos legalmente en la zona de
Quinindé, en donde vivían ya otros colonos y nativos Tsáchilas en medio de la
selva. En Ecuador James conoció a Suzanne Sheppard con quien se casó y formó una
familia, procreando a una hija llamada Sara Lucía, que actualmente es presidenta
de la Fundación “Susan Sheppard”, Bosque La Perla. El informe refiere
que los Whitney Sheppard compraron al
Estado 650 hectáreas, pero, oh sorpresa, debían cumplir con el requisito de talar
el 60 por ciento de la selva para dedicarse a labores agrícolas, condición sin
la cual no se les otorgaba los títulos de propiedad. Absurdos de la época.
En la actualidad se conservan 282
hectáreas de selva tropical húmeda, razón fundamental por la cual Suzanne Sheppard decidió quedarse a
vivir en medio de ese paraíso selvático espectacular. Sin embargo, con el paso
del tiempo las desilusiones llegaron y la impotencia para vencer la arremetida
de los colonizadores que han ido destruyendo poco a poco tan precioso tesoro. Suzanne
se dedicó por completo a cuidar y proteger este remanente de selva, pero según
se dice, la tarea no ha sido nada fácil. A lo largo de los años tuvieron que
enfrentar toda clase de agresiones, como por ejemplo, para el tendido de cables
de alta tensión de la que fue INECEL; por el paso del oleoducto
transecuatoriano; por la fumigación de bananeras; por las acciones del
desaparecido IERAC; por los invasores de tierras, y según se asegura, por parte
de personas, asociaciones e instituciones que se han querido aprovechar del
precioso ecosistema para beneficios personales. No han faltado personas que han
expresado que este pedazo de selva no tiene ningún valor para el beneficio
social.
Suzanne fue
una defensora tenaz
Refieren que Suzanne tenía actitud drástica para defender la naturaleza y
sus especies. Por ejemplo, se sentaba junto a un enorme samán para evitar que
las motocierras lo destruyeran y mientras vivió no lograron hacerlo, hasta que cumplieron
con el objetivo mercantilista, luego de su muerte. Ella falleció en 2010 y su
árbol querido también. Uno de los objetivos del presente reportaje justamente es
difundir las actividades conservacionistas y generadoras de investigación y
conocimiento en el bosque de La Perla que hasta aquí han pasado casi desapercibidas,
la mayor razón es porque ella no aceptaba la divulgación de sus acciones. Ya al
final de su vida tuvo dos reconocimientos públicos que se dieron por
insistencia de amigos: Condecoración a Suzanne Sheppard por el Congreso
Nacional de la República del Ecuador al Mérito “Matilde Hidalgo de Procel”, el
16 de marzo del 2005, por su defensa y la
preservación de la naturaleza, y la
Condecoración del Gobierno Provincial de
Pichincha en 2006.
El bosque es una verdadera maravilla
La Perla es lo que queda de lo que fue la exuberante selva tropical
húmeda del noroccidente del Ecuador. Son 282 hectáreas declaradas
Área Protegida por el Estado ecuatoriano con el Acuerdo Ministerial 318, del 22
de Agosto de 1986 durante la presidencia de León Febres Cordero. Actualmente el objetivo principal de esta
reserva es preservar y conservar su ecosistema que se compone de unas mil
plantas vasculares o cormofitas (son
las que presentan raíz, tallo y hojas y un sistema vascular que se encarga de
la distribución del agua y de los nutrientes) por hectárea y un gran número de briofitas. Las briofitas son organismos muy
antiguos de gran importancia científica. Se encuentran entre los primeros que
ocuparon el ambiente terrestre, clave en la evolución de las plantas terrestres,
pero sus ligas con ellas son difíciles de establecer. El ciclo de vida de
muchos artrópodos y microorganismos depende de los microambientes de las
briofitas; algunas semillas de las plantas vasculares germinan en sus céspedes
pues retienen agua y la liberan lentamente. Por esta característica también
intervienen en el balance hídrico de los bosques y en la reducción de la
erosión en ciertos ambientes. Su eliminación de bosques y selvas podría dar
lugar a deterioro ecológico pues también parecen intervenir en el ciclo del
carbono y otros minerales. Antes de calificarlos como insignificantes en la
economía del hombre, se debe evaluar su papel ecológico y su utilidad como
material de experimentación.
En esta selva
vive el “pájaro loco” de Walter Lantz
En ese remanente de bosque se destacan árboles centenarios como el ceibo,
guayacán, cedro, caña guadua, en fin, y
una cantidad enorme de orquídeas y hermosas especies que constituyen un tesoro
a nivel del planeta. De la población de especies
de animales silvestres ni hablar, en la Reserva representan hoy a la riqueza faunística
que tuvo esta región desde épocas inmemoriales. Muchas han desaparecido o se
encuentran en estado muy vulnerable. Se
registran 21 especies de mamíferos como una lista parcial. Por ejemplo:
leopardos, chimpancés, perezosos, dantas, bellos osos hormigueros, nutrias,
varias especies de tucanes, puerco
espín, perros de agua, boas constrictor, saínos, guantas, 16 tipos de
serpientes y culebras, variedad de águilas y mariposas, anfibios como sapos y
lagartijas en 36 variedades de múltiples colores, caimanes y una gran variedad
de insectos. Es un lugar de avistamiento de más de 217 especies de aves. Por
allí asoma también el pájaro carpintero, idéntico al famoso “pájaro loco”,
seguramente en él se inspiró el célebre Walter Lantz.
Las
actividades que realizan en esta Reserva
La Perla no es un bosque muerto para la comunidad ni un recuerdo que está
allí simplemente guardado. Es el mejor laboratorio y lugar de encuentro para
estudiantes, investigadores, turistas y
científicos de todas partes del mundo. Simplemente es algo maravilloso, que aún
se conserva en nuestro territorio ecuatoriano. Allí está y funciona la labor de
Educación Ambiental para niños y jóvenes; la investigación ornitológica para
científicos (estudio de las aves); la mastozoología (estudio de los mamíferos),
el turismo y los deportes de aventura, el excursionismo y extremos. Finalmente,
María Cristina, profundamente preocupada por el medio ambiente, la
organización, el orden y el bienestar de los habitantes de La Concordia en
particular, se esfuerza por difundir esta clase de valores, proyecta con
nosotros una enseñanza y estimulación en el campo de la comunicación individual
destinada a estudiantes secundarios y quiere que se comience a escribir la
historia de este pueblo, lo cual significará para el futuro una enorme
motivación social que procure una mejor autoestima y destacada imagen ante el
Ecuador y el conglomerado mundial. De nuestra parte como Proyecto Clubes de
Comunicación Estudiantil del Ecuador, hemos prometido volver para trabajar en
lo que nos compete y es nuestra fortaleza, la juventud. Como manifestamos allá,
será un verdadero y gran honor.
César Pinos Espinoza
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com
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