Dentro de poco se aprobará en
la Asamblea Nacional de Ecuador la “Ley de Comunicación”, asunto postergado
muchas veces, especialmente por parte de representantes de sectores económicos
poderosos del país, acolitados por organismos internacionales que supuestamente
“velan por los intereses de la comunicación, los medios y los comunicadores”. Nada de eso es cierto, y lo dice este
comunicador que transita ya más de 30 años en esa labor, incluida la cátedra
universitaria y el trabajo gratuito en una gran cantidad de colegios
secundarios del país, urbanos y rurales, ahora ya con miles de seguidores y
alumnos, por algo el 2 de mayo último la Confederación Nacional de Periodistas
del Ecuador le premiara con la estatuilla “Eloy Alfaro símbolo de Libertad”, a
mucha honra para nosotros.
Todo el que como comunicador
o periodista se queja de algo en torno a una supuesta “persecución”, “ley
mordaza”, “tiranía”, “falta de garantías”, etc., es porque algo defiende, así
de sencillo, porque depende de un medio que le limita y obliga a decir cosas
que no son, porque defiende su sueldo, o porque es asalariado de los medios
poderosos, no hay por dónde perderse. Hay medios y medios, en el Ecuador
existen excelentes medios de comunicación, orientadores, intelectuales,
positivos y amigos del debate constructivo, pero también hay de los otros, los
que vomitan fuego y calumnias todos los días, con supuestos periodistas que
ofenden a la ciudadanía y a las autoridades siempre gratuitamente. En cuanto a
contenidos, en nuestro país el asunto es desalentador: no hay aporte a la
cultura, al turismo, a la educación de los niños y jóvenes, al pueblo llano,
sino todo lo contrario: espacios de farándula barata, sensacionalista,
noticieros alarmantes, periodistas a menudo enojados –puede ser consigo mismos--
periódicos que destilan sangre, escándalo y sexo, pero dueños de un gran rating
y por supuesto de las mejores posibilidades publicitarias y de entradas
económicas. De frecuencias radioeléctricas
ni hablar, hay un desequilibrio total, los grupos sociales urbanos y rurales
poco espacio tienen, salvo los creados por Mons. Leonidas Proaño, que hizo una
verdadera hazaña proporcionando oportunidad a los indígenas. La denominada “prensa
grande” llega a los poblados más humildes sólo cuando hay crímenes y noticias
que “venden”, nada más.
En cuatro líneas, esa es la
realidad en Ecuador. Los medios radiales e impresos no dan lugar a los niños y
jóvenes, a no ser por una paga. En resumen, todos los quejosos, muchos de los
cuales no conocen ni la universidad ni los grandes libros referentes, tienen
una venda en los ojos, obstáculo que no les quieren quitar los poderosos,
políticos del momento, líderes billeteados, escuelas universitarias mediocres y
todos los que sólo quieren llevar “el agua a su molino”.
La Ley de Comunicación en
Ecuador se viene. Tiemblan los que “entre gallos y media noche” obtuvieron
frecuencias radiales y televisivas, los que ven menguado su poder y los que
vociferan e insultan en los medios radiales sin identificarse ni decir palabras
inteligentes. Que la referida Ley debe recibir nuevos aportes y reflexiones,
cierto es; que no debe tener ninguna huella represiva, cierto es; pero que
ordena por fin al Ecuador en este ámbito, es la más clara de las verdades. ¿Y
que se viene ?, se viene.
CHICAS DE UN COLEGIO DE NARANJAL, GUAYAS, EXPONIENDO SU PENSAMIENTO. |
César Pinos Espinoza
Periodista
profesional y académico.
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com
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