sábado, 8 de junio de 2013

La ruta por los confines de Shumiral, Azuay, Ecuador.


He vuelto a Shumiral un año después de la última visita, y a sus confines llenos de oro, contaminación y desorden: San Gerardo, San Juan de Naranjillas, El Progreso, San Jacinto de Iñán y otros caseríos, después de 15 años. Ese lapso es de considerar, pero en relación a los pueblos nombrados, no es nada, muy poco han significado esos años para su progreso, porque el hecho de haber más casas --- de colores y gustos muy diversos— no es necesariamente progreso, y es más, puede significar, aumento de problemas y gasto inútil de dinero, sobre todo tratándose de una zona muy rica en oro e importante en el país.


Los amigos Guaycha
Llego a Shumiral y no me impresiona nada, tengo eso sí, la gran satisfacción de visitar a la familia Guaycha, recibiendo también su abrazo y aprecio sincero, como siempre que he ido. Las calles de esa pequeña y cálida urbe no cambian de aspecto ni con el paso de los años. Vemos baches por todas partes, cobertura de tierra, no cuentan con un proyecto de asfaltado, peor de hormigonado, pues no existe canalización ni agua potable, salvo la tradicional agua entubada, y a nuestro entender, con algún tratamiento, pero nada más. No se ve un ordenamiento urbano armónico, aceras ni bordillos, tampoco una organización para ventas y comercio.

Minas y mineros
Shumiral tiene cerca de cinco mil habitantes, un colegio mixto y una unidad educativa, y múltiples recintos en los cuales habitan centenares de hombres y mujeres que viven principalmente de la minería y un poco de la agricultura y ganadería. A partir del centro urbano están regadas muchas concesiones mineras en las cuales trabajan centenares de personas del lugar y de otros puntos del país, también un buen número de peruanos. Dicen que el Estado ejerce un control sobre las empresas mineras para evitar la contaminación de las aguas, pero ya existen lugares en los cuales es prácticamente imposible el control porque los dueños de terrenos realizan excavaciones donde creen que existe el metal precioso y eso es difícil precisar en una montaña muy tupida y de complicado acceso. Sin embargo, ya se observa puntos claros en la selva, señal de deforestación para objetivos ganaderos y construcción de campamentos. A veces, algunos moradores excavan y cuando encuentran algo las mineras fuertes les compran los derechos y los sacan de su intento. Vehículos 4 x 4 se ve en todo momento, lo cual significa que hay mineros exitosos, mientras también a la inversa, gente que se queja que le va mal y que más bien esa ocupación les ha traído grandes pérdidas económicas.

Por lugares desde hace 15 años
El ascenso de Shumiral a San Gerardo está lleno de curvas en una vía lodosa a causa de las últimas lluvias. Por allí se ubican varios consorcios mineros hasta llegar a La Unión, pequeño caserío que por razón de la búsqueda del metal precioso ha asomado hace poco.  En una hora y 15 minutos llegamos a San Gerardo. Vemos algún movimiento, todo los habitantes hacen algo, unos tienen sus negocios, otros están de paso, los estudiantes de la Unidad Educativa “5 de Junio” (es justamente el Día del Liberalismo) están en sus labores con Dolores Balseca a la cabeza, poca gente en las irregulares y lodosas calles, una cancha múltiple solitaria, los jóvenes vendrán por la tarde a jugar voley o indor. La ranchera me ha dejado para dirigirse a otro lugar, debo buscar una camioneta de alquiler para que me lleve a Naranjillas por diez dólares. Esperando dos horas consigo un vehículo que me conduce a ese pueblo de pocas casas y luego a El Progreso, que mal lo lleva su nombre. Aquí unas mujeres han despostado un cerdo y venden la carne y cáscara a los que pasan, esas mujeres conforman una Asociación. A continuación proseguimos con dirección a San Jacinto de Iñán, la vía es un desastre. Otras comunidades que conocimos hace varios años, tales como Guaguacorral, Tenguelillo, Duco y Pucul no están en la ruta y se nos hace difícil porque el alquiler de la camioneta sale muy caro.

Ojalá dentro de unos años
Confieso que no hay más qué ver en estos lugares ni más qué admirar, eso sí, representan un gran potencial turístico, pero por el apego al oro, los habitantes tienen la mirada en otra parte. La camioneta sigue y sigue de curva en curva, de lodazal en lodazal, ha llovido bastante, y si se han puesto a meter maquinaria ese día para tratar de arreglar la vía, más el paso de volquetas con material, ya nos podemos imaginar el panorama. Ojalá haya sido sólo una impresión del momento. Así, llegamos a Iñán y pasando pequeñas comunidades de pocas casas se arriba nuevamente a Shumiral. Esperamos volver después de unos años para ver si la situación realmente ha cambiado.

César Pinos Espinoza
cesarpinose@hotmail.com






San Juan de Naranjillas

San Juan de Naranjillas. Al fondo la Escuela del lugar.

El Progreso

El Progreso

Vendiendo carne de cerdo en El Progreso.

San Jacinto de Iñán.

San Jacinto de Iñán.

Bajando hacia Shumiral

Una calle de Shumiral

Centro de Shumiral




Centro de San Gerardo

Estudiantes de la Unidad "5 de Junio", de San Gerardo.
  
Estudiantes de la Unidad Educativa "5 de Junio", de San Gerardo.

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