LA CÁRCEL DE USHUAYA. El autor de Lejos de dónde propone en esta crónica fueguina una singular mirada a tres figuras que siguen rondando los confines del mundo en forma de souvenir : el Petiso Orejudo, precoz asesino; el anarquista Simón Radowitzky y el controvertido aventurero Julius Popper.
En la misma boutique , el presidio abolido está generosamente
evocado: por una suma poco superior a los cien euros puede adquirirse un
uniforme de preso, el alguna vez famoso "pijama a rayas" amarillo y
negro, expuesto en una percha coronada por una cabeza de oso de peluche.
En otro imán, un hombre de barba blanca y expresión adusta tiene la
mirada perdida en un futuro que sin duda presume luminoso; en él
reconozco a otro recluso del penal: Simón Radowitzky, el anarquista que
mató al jefe de policía Ramón Falcón.
Son ellos, el monstruo y el iluminado, quienes reciben al visitante del
museo, más bien de la serie de museos que hoy ocupan el predio del
antiguo "presidio y cárcel de reincidentes" de Ushuaia. Son dos
esculturas de bronce ennegrecido, colocadas sobre un escueto rectángulo
de césped, en el espacio central al que se llega apenas transpuesto el
portón de entrada. En una de ellas, un hombre de edad indefinida y barba
cuidada está sentado sobre un leño, con la mirada perdida a lo lejos y
expresión noble aunque ausente; un perro, inevitablemente fiel, está
echado a sus pies. En la otra un individuo pequeño, enjuto, de grandes
orejas, lleva en la mano un balde que se adivina pesado -los hombros
vencidos delatan el esfuerzo-; su contenido original puede ser
desconocido pero hoy lo llenan, según las estaciones, la lluvia o la
nieve.
Popper obsequia al presidente Juárez Celman un álbum con fotografías de su
campaña, encuadernado en piel de lobo de dos pelos, y un relato de permanente
valor documental sobre usos y costumbres de onas y yamanes; en una de esas
imágenes se lo ve posando junto con varios oficiales ante el cadáver de un ona
muerto, su arco a un lado, las flechas del otro. (El álbum terminó en manos del
más ameno cronista de la historia patagónica: Armando Braun Menéndez.) De
vuelta en Tierra del Fuego, el mitómano Popper obtiene que la Casa de la Moneda
acuñe en Buenos Aires piezas de oro con su nombre para circulación en la isla,
mil de un gramo y doscientas de cinco; también sellos postales de diez
centavos. Ambas iniciativas marcarán el principio de su caída en desgracia:
diversos juicios con los gobernadores fueguinos Paz y Cornero, con exploradores
rivales a quienes acusa de la matanza de indígenas.
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