martes, 9 de agosto de 2011

¿CONOCE USTED EL ECUADOR?







LA MEJOR EXPERIENCIA EN ECUADOR







HUIGRA, SIBAMBE Y LA NARIZ DEL DIABLO







El ferrocarril más difícil del mundo






<!--[if gte mso 9]> Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE El Ecuador en su larga y azarosa vida republicana a partir de 1830, no ha tenido más que tres destacados mandatarios: Vicente Rocafuerte, Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro. El primero enérgico y organizador en una época de descalabro nacional; el segundo, impositivo y visionario; y el tercero, valiente, heroico y luchador. Los dos últimos terminaron asesinados por sus enemigos políticos.

Para ser un revolucionario auténtico no se requiere más que una ideología de cambio auténtico. García Moreno lo fue desde su tendencia conservadora y clerical; Alfaro, como un liberal tenaz y combatiente del clero corrupto de la época; pero los dos coincidieron en algo excepcional, una obra para cohesionar a los pueblos, separados por una geografía, así como hermosa, tremendamente difícil, que establecía de modo evidente una enorme barrera entre los seres humanos durante cerca de cinco décadas entre 1860 y 1912. Y a pesar de las circunstancias se construyó la obra imposible, “el ferrocarril más difícil del mundo”, así llamado por los constructores traídos por el “Viejo Luchador”, para plasmar aquello que uniera a centenares de pequeños poblados entre Guayaquil y Quito y tuviera feliz término el 25 de junio de 1908.

García Moreno inició esta obra en su mandato, pero avanzó apenas 45 km desde el poblado costeño de Yaguachi en 1861; luego un poco cada uno, Antonio Borrero, Ignacio de Veintimilla, José María Plácido Caamaño, Antonio Flores Jijón, Luis Cordero, y 334 km Eloy Alfaro, hasta culminar el sueño en Quito. Los hermanos norteamericanos Archer y John Harman, fueron la clave económica y de ingeniería más importante, y el obstáculo, el clima tempestuoso, las enfermedades tropicales, la muralla de la Nariz del Diablo, los políticos incrédulos y la prensa obstruccionista y malintencionada. La obra se contrató en 17 millones y medio de dólares pagaderos con bonos para 33 años al 6% anual; un poco más de 12 millones garantizaba la Nación. Pero el dinero no era suficiente, se acudió al financiero millonario inglés James Siveright, amigo personal de Alfaro.

En la zona de “La Nariz del Diablo” la tarea parecía, en efecto, imposible. Contrataron a 4 mil negros jamaiquinos expertos en el manejo de dinamita. Cierta vez una catástrofe despedazó a centenares de ellos, y después los remató una epidemia de fiebre. En Huigra todavía se ve sus tumbas y la de John Harman, muerto por la misma causa. “Archer Harman calculaba que el ferrocarril Guayaquil-Quito costaría 16’ 782 mil dólares. Rehacer 65 millas destruidas entre Durán y Chimbo costaría 750 mil dólares. Serían 390 millas, con los desvíos, curvas y retrocesos convenientes para la sólida construcción de un ferrocarril de primera clase, que en el lenguaje técnico significaba “de ría permanente”, o sea 650 km, que equivalían a 27 mil pesos de oro por kilómetro, incluyendo material rodante, estaciones, factorías, diques, muelles, vapores, puentes, estudios, trazo y localización de líneas, ramal a Riobamba, enseres, etc.”. (Reg. Oficial del 11 de junio de 1897).

Solamente hoy, la cantidad impresionante de extranjeros que atraviesan por los poblados tan sugestivos y la “Nariz del Diablo” hasta el punto de Sibambe y recorren la vía de reconstrucción moderna desde Riobamba, pueden testificar la majestuosidad de la obra. El plan gubernamental es rehabilitar y modernizar en dos años más, todo lo que hizo Alfaro en diversos puntos del país. Hasta tanto queda el recuerdo y la realidad actual que algunos se resisten a reconocer.