miércoles, 23 de enero de 2013

AVENTURA POR LA NARIZ DEL DIABLO


Estación de Sibambe

Una parada en Sibambe

Estación de Sibambe

Baajando a la Nariz del Diablo

Cambiando de dirección en la Nariz del Diablo.

Turistas en Sibambe

Sitio de la confluencia de los ríos Guasuntos y Alausí.

Turistas al pie de la Nariz del Diablo

Estación de Sibambe

Interior de un coche del tren.

Estación de Alausí.

Interior de un coche.


Son las ocho en punto de la mañana y suena el poderoso pito de la locomotora que comienza a mover a tres elegantes y vistosos coches llenos de pasajeros desde Alausí con destino a la Nariz del Diablo y la estación de Sibambe. Dos turistas franceses, Oliver y Carolina, procedentes de Marcella, nos cuentan ese momento sobre las expectativas de su nueva experiencia y se muestran felices y serenos, vinieron exclusivamente al Ecuador para visitar Quito, Cuenca, las playas de Manabí y por supuesto gozar de este momento ferroviario del que ya se enteraron en Europa.
Es un viaje emocionante
Hemos pagado cada uno el precio de 25 dólares, pero de largo, vale la pena. Niños, jóvenes menores de edad, minusválidos y personas de la tercera edad pagan la mitad del pasaje. Esta vez van tres coches modernos y cómodos, con un total de 90 pasajeros en su mayoría extranjeros de Alemania, Australia, España, Francia, Argentina y EEUU. Un escaso porcentaje de ecuatorianos participa en este viaje. Ya no se transporta como hace unos años a los turistas en la cubierta del tren, es que, alguna vez se produjo un accidente con un turista extranjero y las reglas desde entonces han cambiado. Ahora los coches son panorámicos, tiene amplias ventanas y se puede divisar todo desde el interior. Un joven guía toma un micrófono, da la bienvenida y durante todo el trayecto informa cada detalle del tren, su historia y los lugares que se atraviesa. El viaje es muy emocionante y la mayoría de ocupantes desde el comienzo hacen funcionar sus cámaras y evidencian su alegría y curiosidad. La máquina comienza a bajar lentamente a unos 30km / hora y es oportunidad de entender esta magna obra iniciada hace más de cien años. Una campana típica suena y como hace mucho tiempo, de las ventanas y puertas de las casas cercanas a la estación las personas nos dan el adiós, y creo que más de un viejito, recordará con nostalgia los emocionantes, buenos y malos momentos del primer cuarto del siglo anterior, cuando el tren pasaba muy a menudo trayendo o llevando gente, y los extraños pasajeros de la costa con los ojos desorbitados miraban a las personas que los recibían con alegría en los inicios de la sierra ecuatoriana.
Por allí afloran los recuerdos de un pasado lejano.
Paúl es nuestro guía. La altitud en Alausí es de 2.347 msnm. Descenderemos hasta Sibambe que se encuentra a 1300 msnm. Los personajes centrales y responsables de la seguridad y bienestar de los turistas son: el conductor, el brequero y el fogonero, además el personal de turismo y de atención a los pasajeros. El guía explica algunos aspectos relacionados con la empresa ferroviaria del Estado, algo de historia, los buenos y malos momentos, los sitios por donde pasamos y en cuanto al servicio que dentro de muy poco se brindará a nivel nacional, uniendo a Guayaquil con Quito y otras ciudades como Riobamba, Ambato, Latacunga y poblaciones intermedias tanto en la sierra como en la costa. Esta novedad no deja de emocionarnos, pues volvemos, pero en otras circunstancias, por esta ruta increíble como hace 30 años o más, cuando en aquella oportunidad inclusive a partir de Sibambe llegamos a Cuenca en 15 horas de viaje. Por allí los recuerdos están presentes: durmientes viejas de madera amontonadas, tanques antiguos llamados chimbuzos para el abastecimiento de agua de las máquinas a vapor y por supuesto a través del mismo y antiguo trazado de la vía, prácticamente pegado a la pared de la roca, como para confirmar que en verdad ha sido y es “el tren más difícil del mundo”. Vienen enseguida a la mente los nombres de personajes como Archer y John Harman, de Edward Morley, de los jamaiquinos sacrificados no inútilmente, de la famosa empresa Guayaquil & Quito Rail Co., y como no puede ser de otra manera, de Don Eloy Alfaro, Héroe Nacional, General de las Derrotas y físicamente derrotado el 28 de enero de 1912 en el panóptico y en las calles de Quito, después de ser transportado desde Guayaquil en el tren que materializó sus sueños de unir a los ecuatorianos.
“Esto es colosal”, dijo un australiano.
El convoy desciende y desciende. El guía nos habla de temas importantes: el clima, el temporal en determinadas épocas, el cañón del río Alausí que bordeamos, la desaparición del cóndor desde hace años a causa del ruido, de las comunidades indígenas, de las fiestas y ferias de San Pedro de Alausí, las lagunas de Osogoche y la muerte de los cuvivís, aves migratorias que llegan del norte del continente, de los sueños de nuestra patria para un mundo mejor y la búsqueda de la felicidad de los ecuatorianos. Llega el momento emocionante de pasar literalmente pegados a la pared de la peña, apenas con un pequeño espacio para el tránsito de la pesada máquina, luego el término de las rieles y el descenso en reversa por un tramo de 300 metros casi hasta el nivel del río, para de allí, con los cambios que realizan en la línea los ferroviarios, nuevamente ir de frente bajando un poco más hasta llegar en la Estación de Sibambe. Ha culminado el descenso y unos metros más allá todos bajamos para tomar fotos y divisar claramente la famosa Nariz. Los extranjeros comentan alegres y emocionados sobre la experiencia que están viviendo. Para una pareja de australianos “esto es colosal” y unos esposos alemanes no caben de contento, se veía en sus rostros la admiración y la felicidad; para algunos posiblemente como vivencia exclusiva, única y última. Luego un buen refrigerio cortesía de la empresa, enseguida subiendo unas gradas la visita al “Cóndor puñuna” o centro de interpretación, en donde se explica los detalles de la construcción del tren, una demostración de danza típica por parte de chicas y chicos de comunidades indígenas cercanas y el retorno, para seguir comentando y recomendar. Esta obra es maravillosa, es nuestra y solamente hace falta que la conozcan y recorran el mayor número posible de compatriotas.
César Pinos Espinoza
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com

Huigra con historia y modernidad espera al ferrocarril








Archer Harman



John Harman




Hoy Huigra revive los días del pasado. Una veintena de trabajadores apuran la colocación manual de rieles y durmientes, mientras otros transportan materiales y de una u otra manera le dan un toque de progreso al pequeño poblado incrustado en los Andes occidentales, en el descenso de la cordillera junto al crecido río Chanchán. El movimiento en este punto chimboracense de ambiente cálido y acogedor se ha vuelto inusual en los últimos días. Como hace más de cien años comienza a llegar gente de todas partes, los negocios se activan, la gente se ve alegre y se encuentra a la espera de lo que sucederá cuando a mediados de este año 2013 vuelva el bullicio de las máquinas, pitos y campanas anunciando el arribo de trenes del norte o de la costa, generando por ende, nuevas fuentes de trabajo para una cantidad de personas.
Archer Harman “una suerte de híbrido”
La estación casi está a punto, al parquecito con el monumento al Viejo Luchador y los altorelieves de los hermanos Harman lo están remodelando. Un hotel antiguo que fuera de Edward Morley, socio y compañero de los Harman, muestra un nuevo rostro. Una vieja y hermosa casa antes lugar de cita de los norteamericanos e ingleses, ha comenzado a pasar por la mano restauradora y luce vivos colores, otras casas antiguas igual. Sin embargo, no hay explicación para el abandono de ciertas edificaciones que fueron de administración ferrocarrilera y que hoy se caen en pedazos por el inexorable paso de una centuria. La gigantesca obra de restauración del tren ecuatoriano entre Guayaquil y Quito estará concluida muy pronto, y hoy vale hacer memoria de quienes fueron fundamentales, caso Archer y John Harman, financista el primero, ingeniero de la parte más espectacular, la Nariz del Diablo, el segundo, pero existen otros nombres. El libro “Ferrocarril en el cielo”, escrito por Elizabeth Harman Brainard y Katherine Robinson Brainard publicado recientemente, narra la historia de la cooperación entre la familia Harman y el Presidente Eloy Alfaro, y sus aportes a la construcción y operación del ferrocarril Guayaquil-Quito desde 1897 hasta su transferencia al gobierno en 1925. El prefacio del libro de la familia Harman titulado “We cannot escape our history” (No podemos escapar de nuestra historia), contiene otra interpretación acerca de este proyecto “como uno de los primeros ejemplos de la solidaridad estadounidense con los grandes objetivos nacionales”. Archer Harman fue el promotor-constructor del ferrocarril Guayaquil-Quito o Transandino. “Era una suerte de híbrido entre un caballero sureño de la post-guerra civil y un magnate de la llamada ‘Golden age’ de los EE.UU, época marcada por grandes ambiciones, logros empresariales y opulencia”.
El cónsul jugaba billar cuando contrató a Harman
El libro familiar anota que al final del conflicto bélico interno de EEUU, los Harman incluyendo presumiblemente el niño Archer, presenciaron la devastación del valle Shenandoah en Virginia por el ejército del Norte, la liberación de los esclavos, la larga ocupación de varias zonas en el Sur hasta 1873, y luego la restauración del poder de la élite blanca y la instalación del segregacionismo. Según parece, Archer Harman fracasó muchas veces en obras ferrocarrileras pero en Ecuador tuvo éxito, aunque fue vilipendiado y acusado por los enemigos de Alfaro; se dice que “gravitó hacia la aventura de la construcción del ferrocarril en el Ecuador, escenario en el que obtuvo su único triunfo como promotor”. Elizabeth y Katherine cuentan que el cónsul ecuatoriano en Nueva York, Luis Carbo, se encontró por casualidad con el promotor de ferrocarriles en un bar mientras éste jugaba billar y le propuso construir el ferrocarril en Ecuador, pues Alfaro había pedido a Carbo que identificara capitalistas estadounidenses para la construcción de un ferrocarril, y es posible que el especialista William Shunk le hubiera recomendado a su amigo y consuegro Archer Harman, quien se encontraba en ese momento en Nueva York, tras sus desventuras empresariales en el Sur. Entonces, el ferrocarril se hizo.

El río Chanchán fue un dolor de cabeza

A su arribo a Ecuador en 1897, Harman tomó el ferrocarril Durán-Chimbo, ascendió en mula a la sierra para luego tomar el camino carrozable “García Moreno” hacia Quito, recorriendo varios tramos de la ruta prospectiva del ferrocarril que aspiraba construir. El viaje lo realizó en temporada seca en cinco días; en temporada lluviosa le habría tomado el doble. Su encuentro con Eloy Alfaro en Quito fue exitoso y ambos procedieron a la elaboración y firma del contrato conocido como Valdivieso-Harman (por Ricardo Valdivieso, Ministro de Obras Públicas). Alfaro estaba empeñado en construir el ferrocarril y apostó a la propuesta de Harman, acaso porque tenía el respaldo de capitalistas serios y porque ya habían fracasado los franceses, ingleses y alemanes. El principal revés fue el colapso de la obra en construcción en la llamada vía Kelley entre Chimbo y Sibambe, punto terminal de la carretera García Moreno, con lo cual se perdieron 18 millas de rieles. Este “espantoso derrumbe” provocado por tempestades forzó a la compañía a encontrar una nueva vía hacia la sierra por la cuenca del río Chanchán, ruta que era mucho más empinada y rocosa, requiriendo el uso de explosivos para abrir el camino. El nuevo camino que partía desde Bucay tuvo que ser zanjado además con 25 puentes de arco metálico de considerable extensión. Luego se superó el obstáculo aparentemente invencible de la casi vertical peña conocida como la Nariz del Diablo, tendiendo los rieles en zigzag en una gradiente de 4%. El ferrocarril llegó a Alausí en la sierra en 1902.

De West Point a la Nariz del Diablo

En la obra se destacaron además de los hermanos Harman, William Shunk, el más experimentado y talentoso de los ingenieros estadounidenses en ese ámbito y suegro de John; Frank P. Davis, que murió de fiebre amarilla durante la construcción, igual que John Harman, con el mismo triste fin. Su tumba hoy se ve en Huigra. El aporte de Davis fue el trazo de la nueva ruta hacia la sierra a través del río Chanchán, tras el derrumbe de la obra en la llamada vía Kelley. John Harman, había estudiado ingeniería en West Point, vino inicialmente con licencia del ejército estadounidense, pero luego fue negada una segunda licencia lo que le llevó a renunciar la carrera militar y quedarse en Ecuador. John Harman reemplazó a su suegro William Shunk y estuvo a cargo del complicado enrielado en la Nariz del Diablo.  El constructor de puentes fue un tal Richard Leonard. Hubo además otros ingenieros graduados en West Point que contribuyeron a la obra. Vinieron también de los EE.UU. operadores de trenes y maquinistas, una vez que comenzó a operar la locomotora. El fin de Archer Harman también fue trágico, luego de inaugurado el tren en 1908 retornó a EEUU y en 1911 en su hacienda en Virginia se cayó de su caballo de nombre “Ecuador” y murió.

Huigra, un libro abierto para los ecuatorianos.

Huigra está lleno de historia: Un capítulo es Edward Morley, socio de los Harman, casado con una mujer de ese lugar y fallecido allí. Su tumba la hemos visto en el Santuario de la Virgen. El P. Machuca dirigió un centro educativo que hoy está abandonado y en su época de esplendor recibía a personajes hoy notables del Ecuador, para vacacionar, pero dicen que también era para reeducar. En la entrada del pueblo hace un año vimos numerosas tumbas de jamaiquinos, hoy las han tapado y sólo una cruz rota se ve hacia un lado. Alfaro al ser llevado prisionero a Quito, en ese lugar pidió al coronel Sierra que lo fusile, pero no sucedió, “porque cumplía órdenes de Quito”. Por allí también anduvo el célebre capitán Elia Liut, héroe piloto italiano que después de su hazaña administraba una finca productora de tomate, negocio en el que fracasó. En suma, Huigra es un libro abierto de nuestra Historia Nacional, que ofrece mucho, pero que muy poco se lo lee.


César Pinos Espinoza
www.proyectoclubesdecomunicacion.blogspot.com