domingo, 19 de diciembre de 2010

Cuentos y realidades de Navidad





Diario El Mercurio, Cuenca, Ecuador. 19 de diciembre de 2010.

Dicen que los niños y los locos hablan siempre la verdad pero que a veces no se los entiende. Sin embargo, se ve que ciertas verdades en ocasiones nacen del fondo de su alma, de su vivencia personal, de su fantasía, de su sentimiento. Así pues, veamos si lo que relatan enseguida en algo nos preocupa.

“Mi madre se fue y me dejó tres dólares”

Edison José Ramón Soria, un niño de 10 años que cursa en la Escuela 27 de Febrero de Girón, en un evento público expresó: “Lo que voy a decir me pasó un día, el más triste de mi vida. Tenía una mamá y un papá junto a mí, pero por motivo de buscar trabajo para mantenernos, un día viajaron a Estados Unidos para trabajar y darnos el pan de cada día. Mi madre para irse me dijo que se iban a Cuenca para comprarme unos patitos, porque me gustan esos animalitos. Amaneció y vi que en mi velador me había dejado tres dólares. Y pasó el tiempo. Hoy ya son seis años que no les veo a mi papá y a mi mamá, vivo con mi abuelita, ella me hizo hombre, es quien me cuida, pero desde entonces ha sido muy duro sin mis padres, por eso le pido a Dios que les dé salud y vida y tengo fe en que algún día les volveré a ver en esta vida”.

“Mi hermano no les conoce a papá y mamá”

“Creo que muy pronto vendrá mi madre, ahora ya ha comprado una casa, un sitio y dice que para poder regresar debe comprarse un carro y tener un poco de dinero más, pero hasta eso, pido a Dios que mi abuelita esté con vida. A veces digo, ¿por qué Dios mío? ¿Por qué nos separan en la vida tanto tiempo? Qué suerte tienen los niños que viven con sus padres en tiernas edades, cuando uno más necesita del amor de ellos. Mi hermano pequeño me pregunta, ¿cuándo vienen mis papás? Y yo le digo, muy pronto. Yo les llevo en mi corazón. Mi hermano no les conoce a mi papá y a mi mamá, porque él se quedó de un año y yo tenía cuatro. Pero tengo este año una buena señorita que se llama Margarita Serrano que nos quiere y también nos cuida”.

“El día en que casi me muero”

El niño Álvaro Fernando Chillogallo, de 10 años, de la Escuela Alberto Muñoz Vernaza, saltó al escenario y contó su historia: “Un día los niños de quinto año de básica, con la profesora Rosa Andrade organizamos un paseo a la Hostería “Sol del Valle”. Ella comunicó a nuestros padres sobre la realización de este paseo, y llegó el día esperado. Nos embarcamos en la buseta de don Daniel Pesántez y partimos de nuestra Escuela a la 7h45. Estábamos inquietos por llegar a las piscinas y disfrutar de ese día maravilloso. Cuando llegamos al balneario nos pusimos el traje de baño y todos nos lanzamos al agua para jugar con la pelota. Todo era alegría. De repente me di cuenta que me encontraba en lo más profundo de la piscina, casi me ahogo porque no sé nadar, pero gracias a un compañero llamado Jonathan Orellana, que sí sabe nadar, me salvé de morir, me sacó del fondo a la superficie y gracias a él sigo vivo” .

Una broma en el cementerio

Llegó el turno de la niña Samantha Ávila, de la Escuela Juan José Flores; contó su relato: “Cuando Girón tenía todavía el parque de tierra, con pocas calles y casas, dos amigos se fueron al cementerio porque por allí dos enamorados se reunían cada noche. De pronto escucharon un quejido de alguien que decía: ¡aaaaaaaaaaa! Y salieron corriendo del susto. Como la curiosidad de los jóvenes era tan grande, regresaron al día siguiente y arrojaron piedras en el lugar que escucharon los quejidos, y de pronto salió volando una ave que era la que hacía el quejido. Luego quisieron hacerle una broma a un amigo, le llevaron al lugar y le dijeron que allí iban a verse los enamorados. Como se quedó solo, de pronto escuchó el quejido y se asustó, salió corriendo y se fue a una cantina en donde pidió que le dieran un trago. Pero después sus amigos le contaron que era un pájaro el que hacía el sonido, pero hasta tanto casi lo matan de susto”.

Concurso con 35 relatos infantiles

Y así recogimos 35 relatos diversos: El chuzalongo, la gusanita del choclo, el niño solitario, el conejo de las orejas largas, el misterio del cementerio, el relato de mi hogar, las señoritas de Léntag, la Fiesta de Toros, etc. Relatos para esta Navidad, no de Papá Noel, sino auténticos, de las propias experiencias de los niños y sus realidades, todo gracias a una magnífica iniciativa de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Señor de Girón, para motivar y mostrar lo que está guardado en la mente y en el alma de esos niños de las escuelas de Girón. Todo fue digno de aplauso, premiación e incentivo. Muy bien maestros y maestras, han hecho lo que deben hacer: lanzar a sus niños y niñas al mundo del relato. No olviden que así nacieron los grandes cuentistas y escritores.

El Señor que abandonaba el templo

Y el niño Edison Sacasari puso de relieve lo que es la fe ancestral de los pobladores: “Cuentan los mayores que el Señor de Girón apareció en la cascada del Chorro y por esa razón esas aguas le pertenecen. Él hizo el milagro de la Chorrera. También dicen que lo trajeron a la iglesia del pueblo para venerarlo y alabarlo, pero no se quería quedar y de noche volvía al Chorro. El pueblo ya cansado de que siempre el Señor abandonaba el templo, un día decidió ponerle candado para que no se vaya…”

A veces se producen milagros

El trabajo del niño Stalin Salazar, de la Escuela Luis Monsalve Pozo, es conmovedor: “En un pueblo lejano llamado Trigopamba había una familia de tres hermanas que vivían de la agricultura. Un día la hermana mayor decidió salir a buscar más trabajo, porque era la que daba para los gastos de la casa, salió a la ciudad y después volvió con un hijo en sus brazos, al que lo llamó José. Desconsoladas las hermanas también salieron a la ciudad, pero ellas volvieron casadas. Pasaron los años y la mamá de José viajó a Estados Unidos, dejando al niño con su tía, a él le mintieron que ya mismo va a volver, y pasó el tiempo. José enfermó por la pena de su madre. Una vez, mientras jugaba el niño solo, decidió salir a buscar a su mamá, pero perdió la esperanza, lloró mucho y sin que nadie se diera cuenta, salió corriendo, preguntó a un campesino ¿Usted no vio pasar a mamá? El señor se asustó y fue a buscar a su familia, pero el niño había huido por el monte. Muy solitario caminó sin rumbo, le pidió a la Virgen que lo proteja hasta encontrar a su mamá y sucedió el milagro: su mamá comprendiendo que más importante de todo era su hijo, regresó y fueron felices”.

Como se puede ver, el mito, la fe, los sufrimientos, experiencias y preocupaciones, se graban en la mente de los niños de modo indeleble. Hoy, los niños que se han quedado solos, en esta Navidad rezan para que retornen sus seres queridos desde allende las fronteras. A veces se produce el milagro, porque se hace realidad el poder de Aquel que nació humilde –maravillosa e incomprendida figura del Nuevo Testamento--, y de quien se dijo hace mucho tiempo: “…y le dará el Señor Dios el trono de David su padre; y reinará en la Casa de Jacob por siempre; y su Reino no tendrá fin…”

César Pinos Espinoza

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