martes, 21 de abril de 2015

Gualleturo, pueblo cañarense perdido en los Andes

Puente de la playa para acceso a Gualleturo y Ger
 
Ducur es un punto en la vía al Guayas por Cañar, de ahí nos encaminamos hacia Gualleturo. La carretera no es mejor que la que conocimos hace 25 años. Sólo el puente en la Playa ha cambiado, es metálico y puede resistir los embates del río Cañar que baja de las alturas y va rumbo a la costa en donde causará estragos en épocas de invierno.
A partir de la Playa existe hoy una carretera que va hacia Ger. Hace años era sólo una trocha que en penoso viaje de tres horas conducía a ese poblado perdido en media montaña pero cargado de historia; allí conocí restos de una hacienda que fuera de doña Florencia Astudillo, acaudalada y solitaria mujer que vivía en ambiente feudal
Conocimos las piedras con petroglifos de milenaria antigüedad
Una historia singular
Habitantes de Gualleturo
Chicas que nos acompañaron a los petroglifos
Allí nos enteramos de muchas cosas relatadas por indios ancianos que la conocieron y la sirvieron casi en condiciones de esclavos. Nos contaban que la “Niña” era buena con ellos y que cuando se le ocurría ordenaba que la lleven a su hacienda en Gapal de Cuenca. La llevaban en guandos, hacían tres días, descansando en tambos o en otras haciendas a lo largo de la ruta por Cañar. Cada uno de los veinte o treinta guandos, jóvenes y fuertes, debía llevar su propia tonga, un poco de carne seca y mote, mientras ella hacía cocinar un chancho gordo para alimentar en el camino a dos perros negros como el diablo que le acompañaban arriba. Relataban que al llegar a la hacienda de Chaguarchimbana en el Vergel, se subía al balcón y les lanzaba unas monedas, recomendándoles que no vayan a tomar trago y que lleven ropita para sus hijos. Eran apenas unos miserables centavos. Cuando les inquirí si la odiaban, los indígenas viejos en su quichua traducido por una chica de Cañar, decían que no, que la respetaban mucho. Esclavos que llegan a amar las cadenas que los oprimen, decía un amigo mío. La presencia de la Niña había causado honda impresión en los indígenas, que las noches la veían por los cerros “caminando con sus dos perros negros que botan candela por los ojos”. Alguien dijo: “está en el infierno y le acompañan los diablos”. El relato de Mama Úrsula es otra página de esta historia. Encontré a esa anciana que bordeaba los cien años, había sido la nana de la Niña; me contó algunos pasajes de la solterona misteriosa de presencia fugaz.
Lic. Velázquez, Rector del Colegio y señoritas Reinas.


El Colegio celebraba sus 30 años
El distinguido colegio David Mogrovejo Merchán, con 140 estudiantes y una veintena de maestros y maestras, algunos de ellos muy emocionados y diligentes ese día, cumplía 30 años de labor y creo que llegué a tiempo para la fiesta. Cualquiera diría “no me han invitado, pero tampoco me han dicho que no me vaya”. El licenciado Marcelo Velázquez es el rector que se muestra amable, empeñoso y atento en la celebración. Vemos a bellas chicas, como Angélica Rojas, la reina, y apuestos jóvenes, a preocupados padres de familia para que no falte el sequito de gallina runa y el buen canelazo. Hubo baile, cantó Edison Montero, imitando fielmente al desaparecido Sandro de América y no faltó la gallada con la que pronto hicimos amistad; de ellos, uno es un joven llamado Mitchel, venido de Texas, voluntario del Cuerpo de Paz que sabe de nutrición y se apresta a colaborar en esa comunidad; del resto, casi todos ex viajeros a la Yoni, la mayoría con plata y buenos recuerdos, aunque decían que en su Gualleturo querido están mejor y no lo volverán a dejar.
Con el rector y el inspector general Lic. Jorge Peralta forjamos proyectos: una biblioteca que refiera lo que se pueda del doctor José Peralta, nacido por allí nomás en Chaupiyunga; un encuentro de jóvenes con la presencia de delegaciones de Javín, Chontamarca, Suscal, Ducur, etc. Es decir con los más olvidados de las autoridades y supervisores. Es que nosotros vamos donde casi no va nadie. Si eso nos prohíben, será muy grave, como prohibir el respirar aire puro, el aire del conocimiento.
 
Tierra de José Peralta

Desde Gualleturo más hacia adentro, a unas tres horas de camino, está Chaupiyunga (medio-trópico), la tierra del gigante doctor José Peralta, canciller, diplomático, legislador, filósofo y escritor, nacido de una mujer humilde llamada Joaquina Peralta y de un cura de apellido Serrano; este ministro de Dios se perdió en el anonimato. Un obispo vio la inteligencia del niño campesino y abandonado y lo llevó para educarlo y de paso seguramente para proteger al cura. En efecto, dicen que lo educó con lo mejor de la época hasta resultar una obra brillante. Cuentan que dos hojas del libro de la fe de bautizos de Gualleturo desaparecieron misteriosamente cortados. Alguien  quiso ocultar el lugar de nacimiento de Peralta, sin duda.

Hemos leído de él “Eloy Alfaro y sus victimarios”, sensacional, quizás de lectura obligada para todos los ecuatorianos. Lo cierto es que Peralta, con su monumento en la bajada del puente de Todos Santos en Cuenca, viene a constituirse en uno de los hombres más sobresalientes de la patria ecuatoriana, mientras su patria chica permanece olvidada y de la casita en que vivía con su madre en la tierra que visitamos, el tiempo de más de cien años se ha encargado de borrar toda huella.

Misteriosos petroglifos

Nos han maravillado desde hace décadas los petroglifos de Gualleturo. Existen por doquier en esa zona. El que conocimos hace años con el arqueólogo doctor Napo Almeida en un día de tempestad diluvial, ha quedado grabado en nuestra mente. Eran dibujos raros, rostros, líneas, espirales, ángulos, estrellas de cinco puntas, rectángulos, en fin. Algo querían decir artistas del comienzo de la era cristiana o antes. Esta vez hace unos días nos acompañaban las chicas Dianita, Tania, Irene y Rosi, don Roberto y don Juan como guías hacia las piedras de Pucango. En el camino encontramos a doña Herlinda con sus 95 años a cuestas, pero dura como el roble, su esposo se fue a otras tierras hace 60 años, no ha vuelto, pero creo que las esperanzas no han muerto; tiene tataranietos que hasta ha perdido la cuenta. Luego vimos una piedra con líneas geométricas, círculos concéntricos y otros mensajes. Un rayo, alguna vez, partió a la piedra en dos.
Gualleturo es tierra rica en ganadería, llena de gente trabajadora y honorable. Hay que volver y existen buenas razones. Todavía no tenemos muy clara una buena parte de su historia, y sobre todo por el deseo de sembrar inquietudes en los jóvenes para que brillen y fundamenten su amor en su historia, en valores y su hermoso entorno natural.

César Pinos Espinoza


 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario