miércoles, 29 de septiembre de 2010

Puerto Morona

Edgar Pesántez Torres

“Puerto Morona, promesa nacional” de autoría del periodista César Pinos E., es el título del reportaje que publicó este Diario el domingo. Uno de los géneros más fascinantes del periodismo y el más sentido por quien lo practica es el del reportaje, que relata los aspectos desconocidos de un suceso conocido, reflejando las impresiones del reportero. Se comunica algo que despierta en el lector la emoción y la necesidad de actuar, para ello hay que vivir IN SITU y sentir las impresiones de las personas, cosas y fenómenos para poderlas contar de manera que el lector lo sienta, lo viva y, de este modo conozca los alcances y las limitaciones de la sociedad en donde se desenvuelve, se forme un criterio y actúe conforme a él.

El licenciado Pinos tiene fibra de aventurero, condición peculiar de un reportero que escribe al límite de sus fuerzas, abrumado por la sociedad recóndita y consciente de su indefensión ante la amenaza de las contingencias que se ciernen sobre su destino. Con este reportaje ha hecho revivir las ejecutorias de portentosas autoridades y soñadores periodistas de otras épocas que avizoraron en el mítico Oriente una alternativa de vida para la gente y una estrategia de soberanía nacional. Efectivamente, los mentores y primeros administradores del desaparecido CREA, fueron los colonizadores de vastos espacios selváticos comprendidos entre los ríos Upano, Palora, Pastaza, Cangaime, Undemangociza y Morona.

Rafael A. Pesantes P., apasionado orientalista, hablaba con insistencia de los programas que debían efectuarse en la Amazonía, de manera especial en Morona y de la impostergable construcción de la Vía Interoceánica que la consideraba de trascendencia continental. A estas dos obras los identificaba como Puerto “Proaño” y Vía Interoceánica “Proaño”, en mérito a que el Gral. Víctor Proaño Carrión, nacido en Latacunga el 32 de abril de 1823, fue quien vislumbró la posibilidad de establecer una vía que uniera los océanos Pacífico y Atlántico, en una época en que la ciencia y la técnica estaban en ciernes, cuando el transporte se lo hacía a lomo de mula.

La obra realizada por el CREA en San José de Morona fue magnánima, quizá comparada con los esfuerzos que se hacen ahora para preservar el Yasuní ITT, que tiene por fin dejar una importante reserva de crudo bajo tierra en una zona de alta diversidad en la Amazonía, a cambio de una compensación económica de los países industrializados. En su época los trabajos de Puerto “Proaño” también impresionaron a organismos mundiales como la UNESCO, la OEA, la FAO y el PMA que enviaron expertos para el estudio de esta obra. Este último organismo fue premiado por la UNP del Guayas, pues su técnico David Alaluf, entre otras cosas decía:

“El Ecuador puede mostrar a los países en desarrollo un modelo interesante de colonización que está haciendo posible la incorporación de una zona que presentan las marjores condiciones para el desarrollo ganadero y cultivos tropicales. (…) Sin quererlo han tomado la forma de un KIBUTZ israelí que al valorizar más al grupo humano que a los recursos o aportes que se puedan obtener del gobierno, han logrado estimular la constitución de una gran familia, con un ideal común que ha realizado sacrificios increíbles para redimir esta zona selvática, pero que han sido mejor soportados porque allí el hombre no se enfrenta solo al medio hostil. El esfuerzo integrado ha dado sus frutos y San José de Morona es un hito en la colonización del oriente ecuatoriano”.


Artículo publicado en Diario El Mercurio el 14 de septiembre de 2010


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